Los intentos de predecir cuándo y dónde se
producirán los terremotos han tenido cierto éxito en los
últimos años. En la actualidad, China, Japón, la antigua Unión Soviética y Estados
Unidos son los países que apoyan más estas investigaciones.
En 1975, sismólogos chinos predijeron el sismo de magnitud 7,3 de Haicheng, y
lograron evacuar a 90.000 residentes sólo dos días antes de que destruyera el
90% de los edificios de la ciudad. Una de las pistas que llevaron a esta
predicción fue una serie de temblores de baja intensidad, llamados sacudidas
precursoras, que empezaron a notarse cinco años antes. Otras pistas potenciales
son la inclinación o el pandeo de las superficies de tierra y los cambios en el
campo magnético terrestre, en los niveles de agua de los pozos e incluso en el comportamiento
de los animales. También hay un nuevo método en estudio basado en la medida del cambio de las
tensiones sobre la corteza terrestre. Basándose en estos métodos, es posible
pronosticar muchos terremotos, aunque estas predicciones no sean siempre
acertad
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